lunes, 9 de julio de 2007

la mujer que sólo una vez quise

Fuimos al campo de golf de San Andrés, de noche con luna, entre las lechuzas y con una petaca de licor de café al cognac Tres Plumas. Ahí pude ver su cuerpo más hermoso, y yo me solté el pelo.
Nos abrazamos antes de vestirnos, con un abrazo respirando profundo el rocío.


Nada mejor que el otoño. Pero los días llegaron al invierno.

Nos volvimos a ver en la recepción oficial. Era la primera vez después de nuestro encuentro. Y sucedió que llegó con una falda larga. Sentí que quería decirle al mundo todo lo mujer que es, lo femenina. Le eché una mirada que baja y sube amuecada de qué te pusiste nena, con la boca bien cerrada y al fin los ojos clavados en los ojos. Captaba su esencia. Esta mujer me va a hacer sufrir, otra vez voy a sufrir, pensé con las manos congeladas. Busqué mis guantes en el morral, le di un beso y escuché todo lo que hablaban con el coordinador de la importancia, la importancia de la visita eminencia. Y ella no me miró más en toda la tarde, con su falda se sentía protegida de mi deseo.

Eran tiempos en los que nos visitaba un doctor cubano en nuestra promiscua comunidad terapéutica. Para mí eran tiempos de abandono, sufría una nueva recaída en el alcohol y las drogas. Escribía poemas incompletos. Mi cuerpo era tan permeable al entorno que la ola polar que afectó a la ciudad acentuó mi hipotermia. Y su pollera. Y mis ausencias.

La falda larga además era fea, espesa.
Bellos son tus muslos y tus piernas fuertes, pienso cuando le escribo cartas que ella no responde. Su espíritu femenino que no necesita polleras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿va a haber más prosa poética?
Yo quiero mucho más.
Hermosa descripción de la
desolación de la indiferencia.


pd. Bien por el doctor cubano, cuánto inspiro ese barbeta (jajaja)

Hipotermia dijo...

ojoRojo,
ocho días más tarde respondo para mis adentros que no lo sé
para usted, si lee esto, gracias
y a la pd, increíble barba