con todas las letras
En mi casa no tengo luces de emergencia ni algún otro sofisticado auxilio para estas ocasiones. Enciendo la calefacción a gas y velas (cirios erectos de llama impávida y luz inquieta).
Parada frente a la estufa, vuelta y vuelta, caliento mi cuerpo hipotérmico y agito mis pensamientos infértiles como bolillas en un bolillero. Sin solución de continuidad y también sin telos.
Entonces, espontáneamente abandono las bolillas y el bolillero; prefiero la nada de mi cuerpo. Y así voy cediendo a un autoerotismo intenso. Me hago una paja con todas la letras.
Mas bien sería una festichola semiótica, una orgía alfabética. Significante licencia.
Pero alguien al verme diría:
- Se está haciendo una paja.
Yo apruebo:
- Un paja con todas las letras.