camino con esfuerzo
ahora tengo una bicicleta roja y con canasto
Caí de rodillas, de cara a millones de toneladas de hierros calientes y rodantes, arrastrados por la infinita magnitud de su materia.
Caía arrodillada y los hombres desde el furgón me depredaban con su única mirada.
El amigo se ofreció y yo no pude ni siquiera ver sus ojos detrás de la visera.
Te agradecí mientras me levantaba del suelo y corría el tren.
También me habías ayudado a subir, y fumabas un cigarrillo, y te fuiste al otro vagón hasta que pasamos la general paz.
Fui patética. Volví al iglú.
(Odio la coca light. De mis drogas es la de peor ecuación costo-beneficio.)